AUDIO:
Hermanos y
Hermanas en humanidad, doy Gracia por vuestra Presencia en este espacio. Yo soy
THERESE, una de las Estrellas, se dice,
en resonancia con PROFUNDIDAD. Yo soy la
unión del elemento Tierra y del elemento Agua, el Agua que fecunda la Tierra, el Agua que entra
en las profundidades de la
Tierra a fin de vivificarla. Yo soy también, por haber
expresado en numerosas ocasiones la
Vía de la
Infancia, la
Pequeñez, esa que considera ser una cantidad despreciable y
despreciada, aquí, no es cualquier paradoja querer desaparecer sino porque, muy
joven, en mi última encarnación, después de un experiencia particular vivida en
mi infancia, yo comprendía que había dos mundos. Este mundo donde había seres
como yo, seres para amar más o menos, seres con los que había lazos de carne,
de sangre y después había la religión, algo que era misterioso pero que no era
visible. Para un niño es muy desagradable no poder ver algo de lo que se habla
todo el tiempo, en la familia. Desde el instante en que he vivido mi primer
reencuentro con ese otro mundo, me pareció evidente que esos dos mundos estaban
separados, fuera lo que dijeran los que oficiaban en las iglesias, fuera lo que
dijeran mis padres, mis hermanos, mis hermanas esencialmente, ya que mi hermano
murió muy joven. No pude imaginar jamás otra cosa y pensar otra cosa que, para
tener acceso a ese otro mundo, había como un principio de vasos comunicantes y
yo no podía ser lo que sea, aquí, si quería en mi cabeza de niña, obtener
algunos favores de ese Cielo, para, si era posible, Vivir muy rápido el Cielo.
Como he dicho más tarde, antes de partir de ese lado desde donde me expreso, yo
decía que pasaría mi Cielo haciendo el bien en la Tierra, a través de cierto
número de signos. Muchos seres humanos han podido concretar esos signos.
Desde el
inicio de ese día, mis Hermanas os hablan de este Matrimonio Místico, de esta
Alianza Sagrada, de ese Sacramento Último a la Unidad, a la Verdad, al CRISTO, al
Absoluto. Mis Hermanas os han hablado, a la vez de las condiciones y de las
manifestaciones de esta Onda de Vida, en vosotros. Mi Hermana GEMMA os ha dado
incluso, hace un tiempo, observaciones que mantener de alguna forma, para vivir
el Absoluto, ese Matrimonio, desposar el CRISTO, desposar el Absoluto. La Onda de Vida, como ha
enunciado GEMMA, justo antes de mí, es un movimiento ascendente que viene a
completar un movimiento descendente. El descenso del Espíritu Santo, el
descenso de la Luz
ha fecundado la Tierra,
ha fecundado vuestra carne, yo diría, en sus recovecos más íntimos, ahí donde
se encontraban, no solamente las últimas ataduras a la personalidad sino todas
las cosas que a nivel de la humanidad,
están inscritas en una noción de pecado (cualquiera que sea la religión,
cualquiera que sea vuestra cultura), ahí se encuentran inscritas las dudas, ahí
donde se encuentra inscrito, no las ataduras sino la aprensión Última, la de la
muerte, cierto: la gran pregunta y el gran enigma. Ir a sus profundidades, es
más bien que aceptar ver, como decía el comendador (ndr: O.M. AIVANHOV), sus
propias Sombras, no meterlas debajo de la alfombra, verlas. Ir a las
profundidades está más allá de eso, es entender que en el Absoluto, todo lo que
a nivel de lo limitado de la persona y de la experiencia de la carne, aquí en
este mundo, puede aparecer como herida, como carencia, como tragedia o como
felicidad, todo esto participa de la misma ilusión, de la misma cosa que
vosotros denomináis y que yo llamo con vosotros, ahora, efímero. Todo eso no
tiene ningún contenido en el tiempo ni en la Eternidad.
La única
experiencia que calificaríais de mística ha tenido la oportunidad de producirse
en mí, en la edad de la infancia y por tanto dejar esa marca indeleble, esa
necesidad de hacerse lo más pequeño de los humanos aquí, repito, para atraerme
los favores de CRISTO. Obviamente, esto
me ha consumido: yo me consumí de Amor, durante mi vida endeble, hasta morir,
como sabéis quizá, escaparme de este mundo, extremadamente joven.
Hoy en
este mundo, en el tiempo en que estáis, no tenéis que consumiros de Amor sino
Ser el Amor. Es esta última etapa de la que os han hablado los Arcángeles, los
Ancianos, algunas de mis Hermanas. Esta última etapa si se puede llamar así, no
es un final, es realmente un Coronamiento que viene a poner fin a todas las
ilusiones, incluso esas que se había esfumado, en tanto que tabú, en todas las
profundidades, inscritas en la carne humana, es decir en el ADN, en lo vosotros
llamáis vuestros cerebros más antiguos. Es pues, algo de lo que no se puede
escapar, a nuestro pesar: esa noción de pecado, esa noción de culpabilidad, esa
noción de debilidad de la carne, de estigma. Aunque en definitiva, todo esto no
es más que una ilusión, participa tanto en la ilusión como la manifestación de la Alegría. Llega un
momento en que cuando aceptáis entrar en vuestras profundidades (no para ver
las sombras, tan ilusorias como lo que podéis ver más allá): es el momento en
que capituláis, es el momento en que rendís las armas, es el momento en que os
volvéis como un niño y que decís, de alguna forma: “hágase Tu Voluntad y no la
mía”. Es el momento en que capituláis ante, a la vez, la enormidad y lo absurdo
incluso de todo lo que es este mundo. Os lo repito, que esta vida sea la más
feliz, la más simple o la más dolorosa, esto no cambia estrictamente nada la
problemática de la
Profundidad.
Hoy el
Matrimonio Místico viene a fecundaros. Lo que se casa en definitiva, no es nada
más que vosotros mismos: vosotros mismos en lo efímero, dejando el lugar a
vosotros mismos en la
Eternidad. Ese momento remarcable que se os ofrece, porque es
uno de los Dones del Manto de la
Gracia, representa el Don del Amor de CRISTO, el Don de Amor del Absoluto. Ese Don de Amor,
corresponde a vosotros agarrarlo totalmente, como una cuerda que se os da, en
vuestro interior, en lo más profundo de todas las angustias como de todas las
alegrías. Ir hasta lo más profundo, no para discernir lo que es Sombra, lo que
es resistencia, sino para dejar la duda, la aprensión, el miedo, el miedo de
esta carne perecedera y vencerla. No para cualquier voluntad sino, como se ha
dicho y repetido, por la acción a la vez, de la Luz, de su Inteligencia y sobre todo, de ahora en
adelante, la acción del Manto Azul de la Gracia. Porque en
ese momento, viviréis realmente ese Absoluto. Constataréis que hay en vosotros,
un estado diferente de todo lo que ha podido ser experimentado. Constataréis
que todo lo que tenía peso, cuerpo, densidad, no existe ya para vosotros:
entráis en las esferas de la ligereza y esta ligereza no es simplemente Alegría,
ni simplemente un estado de beatitud. Es mucho más que eso y se os ofrece.
No
hay ninguna barrera, no hay ningún obstáculo, no hay nada entre vosotros y Eso:
justo la duda. Eso está mucho más allá de las últimas ataduras, ya que es la
Última atadura, no únicamente el miedo de lo desconocido o de la muerte sino el
miedo de la
Transcendencia de esta carne perecedera.
La Ascensión se desarrolla para vosotros que estáis presentes sobre este
mundo, en este mundo, en vuestra carne. Y es esta carne, llamada ilusoria la
que se debe Transfigurar, debe Ascender con o sin esa carne, la más densa. Sin
embargo, el Matrimonio Místico os hace descubrir un pasaje obligado que es el
de vuestras propias profundidades, que no es nada más que la última muerte. Lo
que yo he llamado Puerta Estrecha, la
Vía de la
Infancia, no es nada más que ese Abandono total de todo lo
que se ha encontrado, de todo lo que se ha vivido, de todo lo que se ha
experimentado. No tenéis nada que retener. Agarraros a la cuerda y agarraros al
Absoluto, es indiscutiblemente soltar todo lo demás. Y quién mejor que el niño
puede realizar esto: volverse como un niño, abandonar toda veleidad porque no
hay nada que conquistar. Abandonar toda experiencia porque no hay nada que
experimentar. Abandonar todo estado porque todos esos estados solo son
transiciones hacia ese Último.
Así la Onda de Vida habiendo roto
las últimas dudas, las últimas ataduras más allá de las ataduras, va a permitir
emerger en vosotros, a partir de las zonas más profundas, a partir del pie, a
partir de esa zona calificada de vergonzosa. Todo lo que ha caracterizado al
primer chakra (a la carne), al segundo chakra (a todo lo que ha caracterizado
al poder), os estalla en la cara. Por supuesto, cuando se es una niña como yo,
se es incapaz de poner las palabras como Júbilo, como Éxtasis y sin embargo. Y
sin embargo, vosotros que tenéis la experiencia, por vuestra vida (de esta vida
que habéis llevado o que lleváis), es exactamente eso. Pero eso indecible es mucho más que lo que se vive en la
limitación. Alcanzar las profundidades, no es descender. Alcanzar las
profundidades es apoyarse en todo para ser Todo, es no ser más nada, quebrando
el impulso de la savia de Vida, quebrando el impulso de la Onda de Vida, esta Onda
estática que asciende y os recorre, permutando de alguna forma, ese Canal del
Éter, esa Vía Sagrada situada a lo largo de la columna vertebral y que no está
ya ni detrás ni delante. No hay más antes. No hay más después. No hay más
detrás. No hay más lo que sea que esta Onda.
La Profundidad es ciertamente el último obstáculo, porque la Luz está siempre concebida (y
sobre todo cuando uno es niño), como un ideal, como una perfección, como algo
inaccesible en este mundo y que quizá, será accesible según las acciones
realizadas. Es así como lo comprendía de niña: todas esas nociones de duda, de
prohibido, de pecado, todas esas nociones limitantes, frustrantes no existirán
más una vez liberada de la carne, en los brazos de CRISTO. Entonces a pesar de que esto sea las
representaciones para mí, esto me ha permitido realizar mi Pequeña Vía, esto me
ha permitido vivir con toda serenidad el hecho de dejar este mundo. Aunque,
todavía atada, en sentido profundo, a lo que quedaba de mi familia, a mis
hermanas, a CRISTO, yo he franqueado ese paso, el de superar este miedo, porque
desde el instante en que superáis el miedo, desde el instante en que superáis
ese choque donde os dicen, donde sentís que vais a desaparecer, os dais cuenta
en ese momento, que cuanto más desaparecéis, menos desaparecéis, que cuanto más
se apaga todo, más se enciende todo y es solamente en ese momento cuando la Onda de Vida puede
efectivamente atraparos y maravillaros. La muerte, en ese momento, no es en
absoluto ni para temer ni para proyectar.
La
desaparición de lo efímero, conservando por el momento, esta forma que tenéis,
debe ser, al contrario mucho más fácil pero es el mismo sentimiento, el de la
duda, el de esa última atadura a la carne, a lo que es perecedero, esto es lo
que la Onda de
Vida viene a realizar. Entonces, esto no os pide una armadura de guerrero, no
os pide batiros y tampoco debatiros, simplemente os pide pasar a través, sea la
que sea la forma. Esto os pide simplemente asentir a la Luz, asentir al Absoluto,
asentir a CRISTO, sea lo que se manifieste
en vuestra conciencia, sea lo que se manifieste en este cuerpo, sea lo que se
manifieste en la personalidad o incluso en aquél que contempla la Luz. ¿Qué arriesgar? ¿Qué
temer? El Absoluto es todo. Es Amor. Es Luz. Este mundo no lo es. Todos, en
encarnación, ya sea el peor de los asesinos, ya sea la Vía de la Infancia, ya sea vuestro
camino que es personal, todos, sin ninguna excepción, digo bien sin ninguna
excepción, tienen la misma capacidad de atravesar, no podéis juzgar un camino
porque ese camino es personal es diferente y todos los caminos, en definitiva,
solo pueden llevar al Absoluto y a la Eternidad.
Comprender
esto, es aceptar incluso las propias dudas, no para darles más peso, más
realidad, no para atarse sino más bien, para verlas por lo que son: cosas que
pasan. Como os han dicho mis Hermanas, un pensamiento puede pasar. Entonces
cuando oráis, cuando meditáis, podéis tener pensamientos sanos, más
pensamientos o muchos pensamientos, pero importa poco. Porque si tomáis
también, el tiempo de plantearos, incluso la contemplación de la Luz (en lo que nuestros
Hermanos y Hermanas llaman el Sí, como los Arcángeles) entonces, en el Sí Luz,
como en el Yo-Sombra, hay una Transcendencia. Hay una Transcendencia desde el
instante en que todo sentido de todo Yo, de todo placer o de todo displacer os
hace no reflexionar sino entender, de alguna forma, su absurdez incluso porque
lo sabemos todos, en este mundo ningún placer es eterno, ningún displacer es
eterno, ninguna vida es eterna: todo pasa por ciclos, todo pasa por
experiencias. Entonces ¿qué experiencia puede alterar realmente, este otro
mundo que es perfecto, que es el Amor, la Gracia que está lleno de Ángeles, de Seres de
Luz?
Desde ese
instante, el Manto Azul de la
Gracia va a actuar en vosotros. Porque os va a dar, no la
confianza ni la esperanza sino os va a hacer vivir realmente, a ver
(interiormente y en profundidad) lo absurdo, lo absurdo total de todo eso que
no es Amor. El Amor no es la duda. El Amor no es ni el sufrimiento ni el
placer. El Amor no es la
Alegría. Es mucho más que todo eso. El Amor es la naturaleza
misma de lo que somos todos nosotros, sin ninguna excepción, cuando todos los
Yo de apariencia, cuando todos los Yo que contenemos (o rechazamos) se borran,
porque aparecen como lo que son, absurdeces. Pero esto no los relega como para
rechazarlos, como para descartarlos en nuestro camino de Luz, sino más bien
para comprender que finalmente y en definitiva, no hay ni camino, ni Sombra, ni
alegría, ni pena porque todo esto procede de lo efímero. Esta sed de Eternidad,
esta sed de Unidad, repito, está también inscrita en toda conciencia, sin
ninguna excepción, a partir de la partícula más elemental hasta todo el
Universo, los Multiversos, las Dimensiones. Este principio es el mismo, inmutable,
no cambado desde toda la
Eternidad, en todo lo Creado y en lo Increado. Esto es lo que
somos. Por supuesto, ir a las profundidades, no es ir hacia la negrura, es no
ir hacia los infiernos otros, que aquél en el que todos hemos sido encerrados,
es ir al reencuentro del Absoluto: Transcender el Sí, Transcender el Yo-Sombra
o el Sí Luz, ir hacia ese indecible, vivir ese indecible, porque desde que hay
reencuentro, ya no puede haber pérdida,
ya no puede haber separación. Todo lo que es verificado y realizado en ese
momento, os sitúa definitivamente con el CRISTO, es decir “en este mundo pero no de este
mundo”. Las ilusiones desaparecen, solo queda la certeza de este Absoluto, la
certeza de este Inefable Éxtasis. Tal es
el Matrimonio Místico. Tener la conciencia, incluso si esto no se ha vivido aun
por la Onda de
Vida, procura la certeza de que cuando llegue el momento, momento Último de
este mundo, lo viviréis. Entonces efectivamente, no hay nada que temer. Solo lo
que vuestra conciencia pueda proyectar (sea en la persona como en aquél que
contempla la Luz),
tiene el mismo juego y el mismo rol: distanciaros, de alguna forma, de vuestra
naturaleza y de vuestra Esencia. Pero cuando descubrís la Verdad, esa que el Arcángel
ANAEL llamaba Verdad Absoluta, no podéis ser más que el Absoluto. No podéis ser
nada de lo que pasa, nada de lo que nace, nada de lo que fallece, no podéis ser
nada de lo que creéis, de lo que definís. Vosotros no sois ninguna de vuestras
proyecciones. Vosotros no sois ningún tiempo, ni el pasado ni el futuro.
Vosotros no sois ningún espacio y sobre todo, ninguna forma.
Vivir el
Absoluto os hace vivir la ausencia de límites, incluso si la conciencia está
aun inscrita en una forma, sea la que sea. Vivís la conciencia de que esto es
un tiempo y que ese tiempo no es la Eternidad, aun menos el Absoluto. Entonces, en
ese momento, como os han dicho ya mis Hermanas, encontráis la Paz, porque sois la Paz. Encontráis la Felicidad porque sois la Felicidad. Sois a
la vez lo que está en alto, lo que está abajo: no hay diferencia. El Matrimonio
Místico está consumado. Ha consumado por el Agua de Vida, el Fuego de vuestro
Corazón. En ese momento no sois ni el Fuego, ni el Agua, ni el Aire, ni la Tierra. Os habéis
transformado en el Éter, lo que subyace los mundos, las Dimensiones, las
manifestaciones, lo que está presente por doquier, absolutamente por todas
partes.
Los
tiempos de la Gracia,
el Manto Azul de la Gracia
que se derrama en vosotros, que es vosotros, es de alguna forma este impulso
Último, esta Llamada apremiante de la
Luz a vivir al fin, vuestra Naturaleza y vuestra Esencia, a
no interesaros más, simplemente en lo que es superficial, en las actividades de
vuestro cuerpo o de vuestros pensamientos, aunque por supuesto, esto no os
dispensa en algunos casos, de realizar vuestras actividades ordinarias. Sea lo
que haga la Luz,
de todas formas, siendo Absoluto, nada puede alterar el Absoluto. Lo que podáis
hacer o lo que no podáis hacer, la
Luz provee todo. Si supierais cuanto me ha sorprendido esta
frase, en mi infancia y cuantas veces me la he repetido (en los evangelios,
cuando el CRISTO decía): “¿se preocupa el pájaro por lo que va a comer
mañana?”. Y siendo niña incluso, me decía: “pero el pájaro no es humano, el
pájaro no ha construido todo lo que hemos construido los humanos. Y por tanto
el pájaro en su despreocupación ¿estaría mucho más próximo a la Verdad?”. Hace muchísimo
tiempo, desde mi acceso a lo que soy, comprendía que esta frase era la estricta
Verdad. Por supuesto, algunos pueden vivir esta frase por voluntad del ego pero
no es de esto de lo que yo hablo. De lo que hablo es la Vía de la Infancia, es decir, que
en este momento, en la infancia, está la despreocupación, la espontaneidad. Hay
lo que todavía no ha sido atrapado por las obscuridades (así llamadas) de este
mundo, por la carne, por los afectos, por las heridas. La Onda de Vida hace de
vosotros, o hará de vosotros, seres de Verdad y de Absoluto, regenerados por su
propia naturaleza. Recordad mis palabras. Cualquiera que sea la Onda de Vida que os recorra,
o no, lo viviréis. Solo la duda puede frenarlo pero no puede extinguirla porque
nada puede extinguir el Absoluto. Nada puede sustituirlo. Entonces, mi forma de
llevar la Onda
de Vida, a vosotros, no emplea palabras como puede emplearlas mi Hermana GEMMA
pero no importa. Si penetráis más allá de las palabras, más allá de una
comprensión, vivís la Esencia
de lo que yo os digo, o lo viviréis. No hay tiempo. Lo que se realiza en este
momento mismo, sobre la Tierra,
es la Ascensión
de la Tierra. Pero
por eso no conocéis la verdad o la realidad, en el arreglo de este tiempo
ilusorio donde estáis. Siempre os hemos dicho y sobre todo los Ancianos, que
habíais obrado para aligerar el fardo de duda, del sufrimiento, de la prueba,
porque muchas cosas se han realizado y os damos gracia por lo que se ha
realizado. Pero hoy, la
Ascensión de la
Tierra es real y efectiva. Entonces el ego, la persona, se
planteará siempre la cuestión de saber si va a haber 3 días, si va a haber la Llamada de María. Pero
¿qué más bella Llamada puede existir que aquella del Don de la Gracia a vosotros mismos,
mucho más allá de María, más allá de CRISTO,
más allá de nuestra presentación? Si el Manto Azul de la Gracia (que marca el
Despertar de la Tierra,
su Eternidad) puede evitar todo lo demás, entonces, que así sea. Por qué querer
imaginar, proyectar, pensar que todo esto va a ser difícil, que la Puerta Estrecha es
una Puerta difícil de franquear. Es difícil de franquear para el ego, para la
persona, con todo lo que obstaculiza, todas las ilusiones, todas las Creencias,
todas las certezas también. Pero la
Onda de Vida aligera vuestro fardo. Viene a liberaros de todo
esto. Vosotros no sois la duda. No sois ningún límite posible. Sed Simples. Sed
esta Infancia. Y el Reino de los Cielos será vuestro porque no hay otro Reino,
no hay otra Verdad. La Onda
de Vida que yo os transmito, a través de estas pocas palabras, es también
testimonio. Pero yo doy testimonio ¿de qué y de quién? Simplemente de vosotros,
de cada uno de nosotros, de lo que somos en Absoluto. He aquí lo que la Estrella PROFUNDIDAD
tenía que daros: otra faceta de vosotros mismos, de ese prisma perfecto, de ese
Absoluto total.
En general, yo prefiero realizar mis milagros
(como los he llamado, más aun, yo diría) a título individual. Cuando un alma,
un cuerpo, cuando un espíritu o cuando una persona, sin ninguna creencia me
pide, entonces respondo siempre con la rosa. Esto lo sabéis todos, aquellos que os habéis interesado en mi corta
vida. No hay condición de creencia, no hay condición ninguna. Yo intervengo
desde el instante en que la
Comunión puede establecerse. No hay ninguna condición
limitante en la demanda. Solamente hay lo que es, de alguna forma, el tiempo de
su demanda, para volverse como un Niño que se dirige a otro Niño, más allá de
cualquier prejuicio, más allá mismo de la demanda en sí, de su satisfacción.
Hoy, las Bodas Místicas, esas Bodas de Luz que vivís, os llevan a vivir estados
no ordinarios en su fase de instalación. Guardáis el recuerdo de vuestras
deslocalizaciones, de vuestros sueños (que no son sueños) sino lo que pueden a
veces, ser proyecciones sobre un ideal, sobre lo que podría ser la Onda de Vida, eso en lo que
ella va a cambiar de manera definitiva, alguna cosa. Todos los acercamientos
son a la vez enfados y dudas. Id cada vez más hacia la Simplicidad. No
tenéis nada que reivindicar, porque Sois, desde toda la Eternidad. No tenéis
nada que pedir, de hecho, porque sois el Todo. Desde que os acercáis a este
estado de Gracia, también estáis en Comunión. Mientras sea con una
personificación de Thérèse, sea con una Estrella, sea con un Ser de Luz,
ilustre desconocido en este mundo, el principio es el mismo. Solo hay la
parcela limitada que busca identificar, nombrar, dar un nombre a una forma que
de hecho, no tiene forma. Esto es la lógica humana: no hay que rechazarla,
solamente hay que estar lúcido y verdaderamente entender que no sois nada de
todo esto.
Pregunta:
de dónde viene la impresión, en un sueño, de vivir realmente otra vida?
Hermana
mía, pienso que muchos Ancianos, en particular orientales explicarían mucho
mejor que yo, esto. Hasta el presente, y de lo que yo he comprendido también (y
de mi vivencia en el Absoluto), aquí en este mundo, tenéis la conciencia
ordinaria, la que realiza vuestras ocupaciones más simples, como las más
complejas. Tenéis una conciencia llamada de sueño que es, de hecho, una
ausencia de conciencia. No estáis más en este mundo. No sois tal persona.
¿Dónde estáis ? Y después en ese sueño, en esta a-conciencia, hay momentos de
sueño. Cuando salís del sueño, por la mañana, hasta el presente sabéis que
habéis soñado. La particularidad de esos tiempos, es que cualquiera que sea el
sueño, no sabéis ya cuando soñáis. ¿Soñáis
cuando estáis despiertos o soñáis cuando soñáis? Yo os responderé en los dos
casos: “no sois ni lo uno ni lo otro”. Entonces puede ser desorientador para el
ego, para la persona e incluso para el Sí, porque hay un balanceo, de alguna
forma. ¿Qué es lo real? ¿Qué es lo irreal? Hasta el presente, el sueño aparecía
como irreal y, para algunos de vosotros, la forma de haceros soltar vuestras
últimas dudas, es hacer vuestros sueños más vívidos que vuestra vida, para
daros cuenta de que el uno como el otro, de hecho, solo son una ilusión, una proyección.
Así actúa la Onda
de la Gracia. Ella
os prepara. Ciertamente, también están los mecanismos de deslocalización.
Entonces cuando volvéis, el cerebro os va a devolver imágenes. Por ejemplo,
estabais en una nave: os va a hacer ver un barco, un avión, un coche.
Encontráis seres que conocéis en este mundo y los reconocéis, pero no son los
mismos. Cierto que no son los mismos. Y eso no son sueños tampoco, hasta el
momento en que guardéis la continuidad de la conciencia. No habrá más
alternancia de despertar, en el sentido de la conciencia de vigilia y de sueño.
No habrá más diferencia entre el sueño y la realidad ordinaria, porque los dos
son la misma ilusión. Seréis lúcidos. Es
eso lo que se prepara. Algunos Hermanos y Hermanas llamados, creo, primitivos,
dicen que este mundo llega a su fin, que el tiempo del sueño toma fin y que en
efecto, el sueño era creer en esta vida. Tanto es así, que no sea una
pesadilla. Pero incluso el más bello de los sueños no es la Verdad.
Pregunta:
hay un trabajo que hacer para acompañar la Ascensión de la Tierra?
Sobre todo
no acompañar nada. Sobre todo no hacer nada. Sobre todo no querer nada. Porque
nada de lo que puede ser emprendido (por la personalidad, o por el Sí) puede
conducir al Absoluto. Contentaos con Ser, con vivir lo que la Vida os trae, en lo efímero,
estando consciente de que no sois eso. Estando lúcido sobre todo de lo que
hemos dicho, desde hace semanas. Todo lo demás se establecerá por sí mismo.
No tenemos
más cuestiones. Os damos las gracias.
Queridos
Hermanos y Hermanas en humanidad, no tengo nada más que añadir sobre la Onda de Vida. No tengo nada
más que añadir sobre la
Profundidad. Os doy las gracias por haberme permitido
expresarme entre vosotros, haber vivido con vosotros lo que algunos de
vosotros, aquí, ya vivís en Verdad. Y os digo: no, no soñáis. No, no proyectáis
nada. No, no imagináis nada. Es la
Verdad estricta de lo que Sois: ese Absoluto, ese
incalificable Amor. Sois la Onda
de Vida y yo os aprieto a todos sobre mi Corazón que es vuestro Corazón. Hasta
pronto