Como todos nosotros hemos dicho, y como han dicho también los Ancianos: « nadie puede hacer esta Inversión por vosotros ». Vosotros y solo vosotros sois los que los hacéis, cuando aceptáis renunciar, renunciar no para dejar lo que sea (esto es la personalidad la que os hará creerlo) sino que la renuncia es de alguna forma, un cambio de mirada, un cambio de punto de vista, un cambio de comportamiento. No estar más interesado por el aspecto superficial y, yo diría ordinario de la vida, para no buscar más que lo extraordinario porque la Luz es extraordinaria, de manera definitiva. Pero para esto, hay que aceptar no ser seducido por las luces de este mundo que solo son la luz falsificada. Hay que aceptar no ser seducido por los condicionamientos omnipresentes: los de la educación, los de las religiones, los de los padres, los de la sociedad y por lo tanto, es en estos diferentes entornos que conviene renunciar. En efecto, es muy fácil renunciar haciendo eso que las religiones han llamado renuncia: como aquél que se encierra en alguna parte para no ver y no ser confrontado a las ilusiones de este mundo. Y por lo tanto, es estando confrontado a las ilusiones de este mundo como tenéis las mejores oportunidades hoy, de renunciar. Este acto de Abandono es un mecanismo íntimo y profundo. No podéis realizar la Profundidad sin eso.
La Profundidad, es el desvelamiento del alma, es escuchar la voz del alma, percibir más allá del ruido del mundo, más allá de los deseos de la personalidad, de la persona, sentir lo que el alma impulsa y lo que os pide. Entonces, en ese momento, el impulso espiritual se revela, os procura momentos e instantes de Paz, momentos de plenitud, que no están en función de cualquier satisfacción de la persona, más bien al contrario. Por supuesto, esto se ha entendido mal frecuentemente y se ha aplicado mal, como una búsqueda de un sufrimiento, como una búsqueda de una renuncia artificial. La renuncia de la que hablo es una renuncia, por supuesto, de la Consciencia antes que cualquier otra cosa. Y esto no se encuentra en una gruta sino en vuestra vida de todos los días, sean las que sean vuestras actividades, vuestras edades, sean los que sean los fundamentos de vuestras vidas. Es a través de esto cómo vais a poder dirigiros hacia vuestra Profundidad y vuestra Verdad. Y entonces, percibir el Canto del alma llamando al Espíritu y a la Verdad. Es también comprender que no hay nada que emprender en el exterior de sí mismo. Que no hay nada que decir, que no hay nada que escuchar, que no hay nada que hacer, porque justamente, hay que ser capaz de hacer cualquier tarea habitual y cotidiana, teniendo siempre la lucidez de comprender la ilusión. En ese momento, el Hacer se hace Ser, porque lo que se hace importante es la Profundidad, que confluye sobre el Ser, así como en el Hacer.
Ser no quiere decir no hacer nada. Ser no quiere decir no frecuentar más, no salir, no amar, sino al contrario, es exactamente a la inversa. Simplemente estar lúcido sobre el objetivo. ¿Es el objetivo el alma? ¿Es el objetivo la persona? Entonces, una vez que se tienen, de diferentes formas posibles (por el pensamiento, por la intuición, por el instinto, por la reflexión), entendido esto, entonces es cuando la Profundidad puede desplegarse. Hace maleables, de alguna forma, al alma y la persona a la influencia del Espíritu. Incluso lo que se vive de manera intensa, permite en ese momento, no estar identificado más a lo que se vive (sea un traumatismo, un choque, una alegría). Poco a poco, el alma, desplegándose, llama a comprender y a vivir que no se es el choque, que no se es esta alegría, sino que se es otra cosa, incluso si no se ha accedido aun a esta otra cosa. Pero esta otra cosa se hace entonces una certeza. De ahí nace la Profundidad y también la necesidad de vivir la Vía de la Inocencia, de la infancia, que hace que nos tomemos por un adulto condicionado por marcos, condicionado por reglas, ya fueran las más elevadas, a nivel de moralidad. El impulso del alma, entonces, se despliega y permite experimentar la Paz que conduce al Espíritu, de manera segura y cierta.
Se puede decir esquemáticamente, que toda la humanidad hoy, va a vivir de manera global el impulso del alma. A este impulso del alma, cada uno responderá por supuesto, en función de su punto de vista, de su Vibración pero también de su objetivo y será muy diferente para cada uno. Y, también aquellos que se dirigen hacia su Profundidad y el Espíritu deberán, no hacer un esfuerzo sino tomar conciencia de que nada puede cambiar el destino y el camino de la persona. Vosotros incluso no podréis llevaros, como persona. Solamente podéis acoger Luz, seguir el impulso de vuestra alma, el Canto del alma y entonces, ir con paso resuelto hacia el Espíritu que está ahí, desde la eternidad pero que hoy se despliega, dentro de unas horas, en esta humanidad. Mucha lucidez va a nacer, muchas tomas de conciencia tendrán lugar pero esas tomas de conciencia pueden concernir a la persona, como al alma o al Espíritu. El resultado no será en absoluto el mismo porque la toma de conciencia de la persona se traducirá siempre por reacciones sin fin, terminando en formas de revuelta, formas de revolución y rebelión. Y alejarán a esas personas de su propia Profundidad. En esto, tampoco habrá nada que juzgar, nada que censurar porque cada cosa estará muy exactamente en su lugar. Todo esto va a desplegarse en vosotros por supuesto, como en el exterior de vosotros.
El punto Profundidad, lo habéis comprendido (y la Vibración que tengo encomendada), está directamente ligada a la Vibración del alma, a la Vibración de este centro de energía presente en vuestro pecho, que contribuye a alumbrar el punto ER, la Alegría Interior, el Samadhi. Vosotros no podéis vivir esto sin Profundidad. Esta Profundidad es también un movimiento de la Consciencia y de la energía de la Luz, llamándoos a absorber esta Luz, a hacerla vuestra, a dejar actuar, en su Inteligencia y en su despliegue. Esto consiste también en comprender y vivir la humildad más noble, esa que os hace aceptar que, cualesquiera que sean vuestros saberes, cualesquiera que sean vuestras experiencias, todo eso no es nada en relación a la experiencia y el saber de la propia Luz. Es también deponer las armas de la persona, es hacerse dulce y humilde como un niño, hacerse Inocente, encarnarlo totalmente. Entonces, en ese momento, la Vía del Espíritu os es abierta, la Vía del Corazón se despliega, permitiendo vivir lo que vosotros llamáis el Fuego del Corazón, la Revelación del Espíritu, en vosotros. Es a esto a lo que os llama el Cielo, es a esto a lo que os llama el total de Confederaciones Intergalácticas de los Mundos Libres, de sus habitantes, en todas sus Dimensiones. Pero, repito una vez más, solo vosotros y vosotros solos, podéis decidir y responder a esta última llamada.
La Vía de la Inocencia, la última Inversión, es verdaderamente la oportunidad última de unirse a la Unidad, en perfecta lucidez, en perfecta Consciencia y en perfecta libertad. Vais a ser conscientes de esto, mucho más allá de las palabras que pronuncio. Vais a percibir en vosotros esta llamada, claramente. Se manifestará como se os ha dicho, tanto por impulsos rápidos que sobrevienen por la mañana, o de improviso durante el día. Entonces, estableceos calmadamente, entrad en Profundidad y en esta Vía de la Inocencia, y percibirla en Claridad. En ese momento, la llamada se hará para vosotros, una llamada poderosa de la Luz, revelándose por una facilitación de todas las circunstancias de vuestras vidas, donde nada más llegue a aflorar a vuestra Consciencia, donde ninguna duda pueda existir, donde la certeza Interior aparecerá y se desplegará, permitiéndoos entrar, cada vez más profundamente, en la Paz. Y finalizar en la Alegría, transcendiendo y encarando todas las heridas, todas las vivencias, todos vuestros afectos y haciéndoos libres. Haciéndoos libres y viviendo las relaciones, los lazos (si existen), de forma lúcida y consciente y no ser determinado y sujeto a esos afectos, a esos lazos, y obligaciones (sean morales, sociales o familiares). Todo esto se puede vivir.
No existe ningún obstáculo exterior a la Vía de la Profundidad, de la Inocencia y de la Infancia. Es una mirada diferente, una en la que predomina la simplicidad, una mirada en que predomina lo que es simple y lo que es evidente. La Luz será siempre simple, mucho más que la persona. La vía de la Luz es una Vía de evidencia y de simplicidad, a condición de que la persona no interfiera. Esto participa de la entrega de sí mismo y del Abandono a la Luz, permitiendo abrir el Corazón en un acto de fe absoluto en el Espíritu, incluso si no habéis tenido la oportunidad todavía de penetrar el Espíritu en su totalidad. Recordad que la primera experiencia, cualquiera que sea su duración, será suficiente para adheriros al Espíritu y para vivirlo. Pero por supuesto, el ego va a hacer cualquier cosa para deciros que está lejos, para deciros que es imposible, que existen obstáculos, que existen heridas, que existen impedimentos. Es falso, nada es más falso. La Luz puede todo, a condición de que vosotros la aceptéis. Ir en Profundidad, es despertar la Vía de la Inocencia, de la Infancia, que confluye sobre la Claridad y que confluye pues, sobre la Profundidad del Espíritu, mismo, donde todo se aclara. Pero dejaré a mi hermana Snow explicarse sobre esto. He aquí en cuanto a mí, algunas palabras complementarias que tenía que daros, que prefiguran de alguna forma, el periodo que se abre ante vosotros, dentro de unas horas. Si tenéis mis Hermanos Y Hermanas, cuestiones en relación a lo que acabo de decir, y solamente a lo que acabo de decir, si tenemos tiempo, vamos a dialogar.
Pregunta: ¿cómo seguir el impulso del alma si el alma es una creación de la matriz?
Hermano mío, el alma es totalmente, una creación de la matriz. Pero el alma es ante todo y sobre todo, un puente entre el cuerpo y el Espíritu. Como tal, el alma es la intermediaria que te conduce al Espíritu. No es necesario pararse en el alma por supuesto. Pero tú no puedes acceder al Espíritu sin pasar por el alma.
Pregunta: ¿qué se entiende por elección del alma y cuál es la relación con el Pasaje?
La elección del alma es condicionante en la medida en que, si el alma se vuelve hacia la matriz o hacia la materia o hacia la persona, entonces, no hay acceso al Espíritu o hay acceso al Espíritu incompleto, no total. En ese momento, el alma tendrá necesidad de reencarnarse en los mundos liberados, cierto, pero habrá una forma de re-aprendizaje o de re-inseminación del Espíritu, que pone fin al alma desde el momento en que el Espíritu sea relevado totalmente. La elección del alma es muy simple, se resume en dos elecciones: la persona o el Espíritu, y no pueden ser las dos.
Pregunta: ¿dónde se sitúa en relación al alma y el Espíritu, si el alma es un Puente hacia el Espíritu?
Hermano mío, tú te sitúas indiscutiblemente en la persona, ya que tú estás en la carne. El alma, cuando se despliega y el Espíritu, cuando se despliega, se producen ciertos efectos de los que he hablado, pero que están también caracterizados por algunos signos. Esos signos se os han dado: la Corona Radiante de la cabeza, la corona Radiante del Corazón, las Estrellas pero lo más frecuente, es la persona que se expresa. Por eso hace falta que la persona desaparezca para dejar florecer al alma y esta alma que florece abre el puente al Espíritu. El Sonido del alma es el signo, el Sonido del Espíritu es otro signo. La Paz es el signo del alma. La Alegría es el signo del Espíritu. El Espíritu no conoce el sufrimiento porque no conoce la encarnación. El alma conoce el sufrimiento, ella es sensible, porque conoce la encarnación, a través de lo que le dicen los cuerpos y la persona.
Pregunta: ¿cuál es la relación entre el contrato del alma (que está ya inscrito en nosotros) y la elección del alma (lo que se puede hacer ahora)?
Hermano, nada está escrito. Es la persona la que lo cree y la propia alma. Mientras que el alma esté sujeta a la persona, habla de contrato de alma o elección del alma. Esto se llama libre albedrío. Ahora, desde que el alma se ha desplegado y se ha vuelto hacia el Espíritu, el libre albedrío no existe ya. Solo existe la Libertad y la Gracia. Son dos mundos diferentes y dos leyes diferentes que no evolucionan según las mismas reglas y las mismas Dimensiones. Así, creerse sometidos a un contrato de alma o a una elección de alma traduce la adhesión al libre albedrío y en absoluto a la Gracia ni a la Libertad. La Libertad del Espíritu, la Gracia del Espíritu no tiene nada que ver con el contrato de alma o elección del alma, ya que el contrato de alma es un contrato que pertenece de manera irremediable, a la matriz y a la Ilusión. El alma de la que hablo, es el despliegue, como puente, hacia el Espíritu y no hacia un objetivo. Ahora, el alma puede conducir al Espíritu cuando es oída y percibida de diferentes formas. Pero no hace falta pararse en el alma. El alma está sometida a las leyes de la matriz, a lo que se llama la reencarnación, a la ley del Karma, que no existe en absoluto en los mundos del Espíritu donde todo es Gracia y Libertad. Es la persona la que tiene tendencia a querer referir todo a sí misma, en las leyes generales observables en este mundo, que cree que más allá esto ocurre de igual forma. No hay nada más falso.
Pregunta: ¿podría precisar la dimensión del Ser en el Hacer?
La dimensión del Ser en el Hacer se traduce por ser capaz de hacer lo que sea, incluso la actividad más detestable en la Alegría. Mientras que no seais capaces de esto, vosotros no estáis en la Alegría. Es necesario de alguna forma, un desdoblamiento entre la persona el Espíritu, teniendo siempre consciencia del Espíritu. La persona puede estar ocupada en hacer una tarea ingrata (y yo lo he hecho, en mi corta vida) y, siempre estando en esa tarea ingrata considerar y vivir el hecho de que no se es, esa tarea que se hace, todavía menos este sufrimiento que se vive, cuando el cuerpo es afectado y en ese momento, mantenerse en la Paz y la Alegría, sea lo que haga la persona. En ese momento, se puede Hacer, estando en el Ser.
Pregunta: ¿cómo distinguir la Alegría profunda ligada al Ser, de la alegría ligada a la persona?
La diferencia es muy simple: la Alegría de la persona es siempre efímera, depende siempre de una circunstancia exterior y está ligada al placer, más que a la Alegría. Cualquier Alegría vivida en el seno de la persona, se extingue después de haber sido exaltada. La Alegría del Espíritu es permanente y no está afectada por nada que venga de la persona, cualesquiera que sean las circunstancias (agradables o desagradables) que vive la persona. El Espíritu que ha alcanzado la Alegría y la Paz, que vive el Samadhi, lo sabe instantáneamente. No hay pues, cuestión que se pueda plantear en relación a diferenciar las dos. Porque son dos cosas totalmente diferentes: una perteneciente a la persona, es una emoción que nace como reacción a cualquier cosa, que permanece un tiempo muy corto y que desaparece. Cualquier satisfacción de la persona está asociada a esto, sea alimentaria, sexual, social, afectiva. No puede ser establecida en la duración porque está en función de las circunstancias, justamente de la persona. Entonces, que la Alegría sea totalmente independiente de la persona y sobre todo, totalmente independiente de las circunstancias, sean las que sean. La Alegría, la Paz, el Samadhi, se acompañan de vibraciones particulares, experimentadas en pecho. Lo que no es el caso en absoluto de un placer o de la Alegría de la persona, si se puede llamar así, que traduce siempre una satisfacción del ego, llamando a otras satisfacciones. Todos nosotros hemos conocido esto, en encarnación, ya sea a través de las adicciones (llamadas alcohol, tabaco, otras) pero también, incluso en relación a placeres espirituales. Así, cuando yo era joven, esperaba con impaciencia el domingo para encontrarme en mi lugar preferido: en una iglesia. Esto no era la Alegría y por lo tanto esto ha hecho que quizá, más tarde comprenda la diferencia entre la Alegría, la Beatitud y la Alegría de la persona que no está hecha ya de esperanzas y necesidades de satisfacción. Lo que no es en absoluto el caso de la Alegría Interior o de la Alegría del Corazón que es la misma, que se establece espontáneamente, que no tiene necesidad de esperar lo que sea en el exterior (sea la misa, sea un compañero, sea el retorno del marido o de la mujer) pero se establece por sí misma.
No tenemos más preguntas, os agradecemos.
Hermanos y Hermanas en la carne, doy Gracia por vuestro recibimiento. Que el Amor y la Gracia os acompañen. Os digo, quizá hasta un día próximo, con todo el Amor posible
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Canalizado: Jean Luc Ayoun
Transcripción: Véronique Loriot
Traducción: Susana Milan
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