Canalizado por: Jean Luc Ayoun
Transcripción: Véronique Loriot
Traducción: Amparo Iribashttp://mensajes-del-espiritu.blogspot.com
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Yo soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Bienvenida a ustedes, queridos hijos. Me presento a ustedes pues me han llamado. Me presento a ustedes pues muchas cosas deben ser irradiadas de mi corazón con el fin de afirmarlos en vuestra fe y en vuestra certeza hacia la Luz. En efecto, en estos mundos perturbados, la Luz es más que nunca vuestra sola tabla de salvación. La Luz es el solo elemento que debe conseguir hacerles encontrar la solución al problema de la vida, al problema de esta vida, en este planeta, en estos tiempos perturbados, en estos tiempos atormentados, debería yo, decir incluso. Es importante encontrar el camino, la puerta estrecha que los conduce a la abertura de vuestro corazón, que los conduce a la recepción de la Luz de mi querido divino hijo. Es importante para ustedes, queridos hijos, comprender que todo lo que viene, que todo lo que se viene hacia ustedes no está destinado más que a una cosa: hacerlos girar hacia vuestro corazón, hacerlos girar hacia el corazón del Universo, hacia el corazón del planeta, hacia el corazón de la vida, hacia la Fuente de la vida que es Luz auténtica que ha sido inicializada, preparada, por mi divino hijo, hace ahora más de 2000 años.
Hay hoy, hay en estos períodos que ustedes viven, una etapa extremadamente importante que es la etapa que debe conducirlos al umbral de la Luz Crística. Hay, a través de lo que se viene hacia ustedes y que, sin embargo, ya está aquí, la posibilidad inherente a toda vida de encontrar su Fuente, de encontrar su Luz y de encontrar la vía que conduce al Padre, a la Luz auténtica, a la Luz que ustedes nunca han dejado de ser pero que los velos sucesivos de vuestras encarnaciones han sofocado, los velos de lo que ustedes llaman ego de vuestras personalidades han sofocado poco a poco en vuestras encarnaciones sobre estos mundos. Hoy hay necesidad de quitar esas máscaras, de quitar esas pieles que han sido puestas sobre vuestra esencia, sobre vuestra infinidad primordial de Luz pues ustedes son, no lo duden más, hijos de Luz, Fuente de Luz. Ustedes son a la vez hijos de la Luz y la Fuente misma de la Luz. Comprendan, a través de mis palabras, que nunca dejaron de ser lo que son, más allá de la ilusión del tiempo que pasa sobre esta dimensión que es la vuestra.
Ustedes son, de toda eternidad, hijos de Luz y Fuente de Luz a la vez irradiados de la Fuente y a la vez Fuente irradiante. Hay necesidad, hoy, de hacer vuestra esta palabra, de comprender que son hijos de la Luz, que son ustedes mismos Fuente de Luz y, como seres multidimensionales, la herencia que es la vuestra es la vuelta a la Fuente, la vuelta a la Luz que son y que no han dejado nunca de ser a pesar de los velos que corresponden a los diferentes miedos que desarrollaron poco a poco en vuestras encarnaciones. Es importante comprender que esta época bendita de Dioses que ustedes viven en ningún caso es un castigo. Aquéllos que vivirán esto como un castigo son aquéllos que no quieren quitar las máscaras de la personalidad, las máscaras del ego, las máscaras del mental, las máscaras de las emociones que vienen a destrozar el impulso del alma, el impulso de la fuente que son, el impulso de la fuente de Luz que son. Si ustedes olvidan los obstáculos inherentes a la encarnación, si se acuerdan de lo que ustedes nunca dejaron de ser, si llegan a dejar hablar al niño que está en ustedes, la Luz que está en ustedes, el Divino que está en ustedes, el Cristo que está en ustedes, esta Luz inefable que ustedes son, en ese momento, los velos de la ilusión se disiparán y permitirán la libre expresión de la naturaleza fundamental que ustedes son.
Eso representa un sacrificio, querido hijo puesto que, a partir del momento donde la Divinidad sea suficientemente fuerte, a partir del momento donde la revelación sea total, no será más cuestión de obrar en la tercera dimensión. Se trata muy simplemente, querido hijo, de comprender que toda alma que ha percibido la Luz en una de sus dimensiones, que ha vivido el momento donde el corazón se abre, un momento donde la unidad de la Divinidad se manifiesta, (el momento donde un alma hace un encuentro con la Luz es un momento privilegiado) pero cuando esta alma decide volver en la tercera dimensión, se trata de un sacrificio. Entonces, a partir del momento donde han vivido, aunque sea una vez en vuestra vida, la apertura del corazón o el encuentro con la Luz, toda obra que los pone en la tercera dimensión, incluso en el sentido del deber, incluso en el sentido del trabajo es algo que se emparenta con un sacrificio. El sacrificio tiene la misma raíz que la palabra sagrada. Corresponde a la santificación, al sacrificio de la Luz no para la sombra sino para el juego de la sombra y de la Luz.
Pregunta: ¿Será posible obrar en la tercera a partir de la quinta dimensión?
Los tiempos espirituales pueden manifestarse, como ha sido el caso para mí, en esta tercera dimensión pero el proceso que están sucediendo es una separación clara de los diferentes planos y no podrá más ser cuestión, para los que pasaron en la quinta dimensión, de manifestarse en esta tercera dimensión salvo ciertas almas consagradas que tendrán por misión acompañar un nuevo ciclo de la humanidad.
Pregunta: ¿Por qué algunas personas “en camino” de repente vuelven a tener reacciones típicas de 3era. Dimensión?
Eso pertenece a la libertad del alma individual, querida alma, frente a la Luz. Cuando vuestro corazón irradia Luz, el que está en frente de ustedes puede aceptar o rechazar esta Luz porque no ha terminado su camino de experiencias, porque quiere proseguir su camino de experiencias y esconderá su deseo de experiencias a través de la denigración de la Luz. Así lo fue con mi divino hijo durante su encarnación que ha sido considerado como, desde luego, formando parte de la sombra para las fuerzas sensatas representando la Luz. Esto también es un sacrificio. Es conveniente quedar en el corazón, quedar en el corazón quiere decir no juzgar, quedar en el corazón quiere decir no emitir juicio, no emitir energía ni buena ni mala a través de la libertad de elección que ha expresado un alma u otra. Es conveniente quedar en la neutralidad de corazón que corresponde a un estado de ser y un estado de ser no puede inducir la acción, el estado de ser se basta a sí mismo.
Pregunta: ¿En los medios dichos espirituales, parecería que las emociones son puestas en relieve?
Querida alma, hay que comprender bien que todo lo que es hecho hoy en vuestro mundo, todo lo que sale como, dicen ustedes, técnica o tecnología o medios dichos de desarrollo personal solo son medios de ligarlos a vuestras propias emociones, a vuestras propias memorias y a vuestras propias vivencias. El corazón no tiene necesidad de ninguna de esas ilusiones para revelarse. Mientras ustedes corran detrás de una propia liberación de lo que sea no están en el corazón. El corazón no tiene necesidad de liberación, el corazón no tiene necesidad más que de una consolidación en esta dimensión de estado de ser pero de ningún modo liberar lo que sea porque, cuando ustedes están en el corazón, son libres por esencia. Eso corresponde a las palabras de mi hijo: “busquen el reino de los cielos, vuestra Divinidad y el resto les será dado por añadidura”. Por el contrario busquen lo que no es el corazón, lo que ustedes llaman procesos de liberación de las memorias, procesos de comprensión, procesos mentales, procesos emocionales y se alejarán del corazón teniendo la impresión de acercarse a él. Y ustedes confunden emoción, confunden sentimiento y corazón. El corazón, el amor no es un sentimiento, el amor no es emoción, el amor no es mental, el amor es un estado de ser, estado de ser en la Divinidad, en la Unidad, en la comprensión directa, instintiva e intuitiva de lo que ustedes son. En el corazón no hay lugar para el sentimiento, en el corazón no hay lugar para el apego, en el corazón no hay lugar para la emoción. El sentimiento es ya una distorsión de la energía del corazón.
Yo les aporto de ahora en adelante mi bendición y todo mi amor y les digo por supuesto, hasta uno de esos días.