Transcripción: Véronique Loriot
NO OJOS - 24 noviembre 2012
Yo soy NO OJOS. Que el Soplo del Gran Espíritu nos acompañe. Lo que voy a tentar expresar, entre ustedes, les pido de no ver simplemente las palabras que voy a intentar emplear, sino, más bien, de acercarse, de algún modo, a la vivencia. Lo que voy a decir puede representar una consecuencia de lo que les ha dicho mi Hermana MA ANANDA, hace algún tiempo (ndr: intervención de MA ANANDA MOYI del 10 noviembre 2012). Eso concierne lo que ha sido llamado (y a eso se lo relaciona) las diferentes “visiones”: la visión del ojo (que yo no tenía), la visión etérica (muy superior a la visión nombrada astral) y sobre todo, la Visión del Corazón.
Esta Visión del Corazón no depende de un órgano sensorial. Esta Visión del Corazón no está de ningún modo ligada, de una manera o de otra, a la clarividencia, porque lo que es visto no lo es bajo forma de colores, de identidades, de circunstancias. Es una visión que se hace sin lo que se llama, comúnmente, “el ver”. Esta visión, no es una emanación de la conciencia a través de un sentido, aunque sea sutil. Esta visión del Corazón los lleva a vivir que todo lo que les aparece, antes de que ella esté presente, como exterior a ustedes, esta vez, se vuelve Interior a ustedes. Es en esta visión del Corazón, hablando con propiedad, en su manifestación, que puede encontrarse la resonancia y el vínculo con lo que los Arcángeles les han nombrado como Infinita Presencia o Última Presencia. Ver con el Corazón, no es tener el Corazón o manifestar el Corazón. Ver con el Corazón necesita, de algún modo, un olvido de sí, un olvido de nuestra vida, con el fin de estar al servicio, totalmente, de lo que no nos concierne, dentro de la personalidad, y que da a ver más allá de las apariencias, más allá del órgano sensorial y sobre todo, más allá de toda visualización o de toda representación. Ver con el Corazón, es acercarse al corazón del Corazón. No es todavía vivir el corazón del Corazón sino es vivir los movimientos, las fluctuaciones. Es acercarse de lo que no es conocido y que se reúne con el misterio del Gran Espíritu. Es lo que se reúne con la posibilidad de vivir una Comunión con los Elementos y de vivir, también, esta misma acción de los Elementos, en su disolución al Interior del Éter.
Ver con el Corazón es, de algún modo, el cese (o el comienzo del cese) de un mecanismo de prensión de la conciencia, situando un objeto, o una conciencia como exterior a sí o como Interior a sí. Ver con el Corazón necesita desaparecer a sí mismo, no buscar ver más (ni con los ojos, ni con el tercer ojo, ni el Éter), pero sí a superar todo lo que es percibido. Porque, cuando ustedes superan y trascienden todo lo que es percibido, entonces descubren que pueden ver sin los ojos, ver sin órgano y ver otra cosa que lo que es conocido. Ese Ver no se enreda con representaciones coloridas o de identificación de lo que sea. Ese Ver, ese Ver del Corazón, es un mecanismo íntimo que es realmente el hecho de hacer desaparecer todas las limitaciones y todo sentido de una conciencia diferente de la Gran Conciencia del Gran Espíritu y, en definitiva, justo después, del Gran Todo, que ustedes nombran Absoluto o Parabrahman. No pueden ver con los ojos y ver con el Corazón. No pueden quedar en la visión etérica y ver con el Corazón, incluso si eso puede aparecer como una continuación lógica. Ver con el Corazón, es pues ver con la Verdad, ver más allá del ojo, ver más allá de lo que distancia y separa. Es dejarse atravesar, dejar llegar a sí, no expresar más al exterior de sí, alguna visión. Ese Ver no es solamente un sentido, como podrían tener tendencia a creerlo o a imaginarlo. Ese Ver, no tiene nada que ver con la vista, porque lo que es visto será, de una manera como de otra (sea la visión de los ojos, la visión etérica o la clarividencia), siempre dependiente de separaciones de las diferentes conciencias, de las diferentes formas, de diferentes colores. Ver con el Corazón, es pues ver más allá de los colores, más allá de las formas. Es, en alguna parte, reunirse, ya, con el Gran Espíritu. Ese Ver está efectivamente, unido a un estado de la conciencia. Estado de la conciencia que se dirige hacia su resolución: esta resolución que es una desaparición de todo sentido de ser una identidad, de ser una forma, de estar aquí o estar en otro lugar. Yo diría que Ver con el Corazón, es Estar en todas partes a la vez y ver, de algún modo, con no importa cuál ojo pero no de ser dependiente de ese ojo.
Ver con el Corazón hace sentir la resonancia que se produce en la conciencia misma, cuando ella se vuelve Transparente, totalmente. Ver con el Corazón, es no tener más límites (de la conciencia como del cuerpo), es no detener nada, no acaparar nada, no proyectar nada, no pedir nada. Ver con el Corazón, es, como lo he dicho, desaparecer: desaparecer en el sentido mismo de ser un ser, o de ser un Sí. Y cuando desaparecen, totalmente, de la apariencia, de todo sentido y de toda conciencia, entonces la Visión del Corazón puede completarse. Esta Visión del Corazón no es una visión que separa, que discrimina, que juzga. Ella se contenta de estar en la neutralidad más total, que no proyecta nada, no piensa nada, no imagina nada y que no es, sobre todo, una reacción. Ver con el Corazón, es el momento donde puede vivirse, en la conciencia misma, ese sentimiento de Basculación, de Reversión, donde ustedes pierden todos las referencias habituales y usuales de vuestra vida, sea el emplazamiento de una de las partes de vuestro cuerpo, sea la percepción de un cuerpo o de un medio ambiente. Es el momento donde no hay más necesidad de ver. Ver con el Corazón, es una impresión y esta impresión no concierne de ninguna manera lo que se llama la vista, y no concierne de ninguna manera lo que se llama la clarividencia. Ver con el Corazón, es ver tanto los detalles como la esencia de esos detalles.
Para ver con el Corazón, no hay que querer nada, desear nada, pedir nada: simplemente, estar ahí, en Paz, despreocuparse de lo que se vive, sin buscar nada. En ese instante, ustedes se darán cuenta de que ven, efectivamente, mucho más allá del sentido común de la visión, mucho más allá, incluso, del sentido espiritual de lo que es llamado una visión, porque ven el conjunto del decorado, el conjunto de lo que se juega. Porque ven que todo eso se juega, no al exterior, sino en ustedes, realmente, concretamente, físicamente. Ver con el Corazón, es no ser más dependiente de una forma, de ninguna otra cosa más que de esta Transparencia. La Transparencia da la Visión, la Visión del Corazón, la que es una impresión directa, que no traduce un juicio y todavía menos una discriminación, pero sí que les da para ver el estado real de lo que es, no mirado, sino que nos atraviesa. Es así como en mi pasaje sobre Tierra, pude dar muchos elementos concernientes al Nuevo Mundo.
Lo que ustedes deben comprender, es que esta Visión del Corazón no sobreviene, efectiva y concretamente, más que cuando aceptan que todo lo que ven con los ojos, como con la clarividencia, como con la visión etérica, no tiene más que un tiempo. Ver con el Corazón, es ver fuera del tiempo, es ver fuera de la apariencia, fuera de los colores, fuera de las formas. Es una impresión. Esta impresión no está sometida al filtro de la personalidad, no está sometida al filtro de lo que les es conocido sino se impone por ella misma, por la posibilidad que ustedes tienen para mantenerse en esta actitud de pasividad, de Transparencia y de Humildad. El interés, si hay uno, de la Visión con el Corazón, no es aportar una solución (incluso si eso es posible) a lo que sea, de ahí donde ustedes están, sino les da a ver la Verdad y esta verdad es una gran Alegría.
Y Ver con el Corazón, es el momento, de algún modo, donde se acercan tanto del centro del Centro. Es el momento donde se dirigen, por el Pasaje de la Puerta Estrecha, hacia vuestra propia Resurrección. Es el momento donde el pecho siente el Soplo del Gran Espíritu, como un temblor, una Vibración intensa. Y es el momento donde incluso esta intensidad parece desaparecer, para hacerles aparecer la Verdad. Esta Verdad es una gran Alegría, no tiene necesidad de expresarse en palabras y es, además, generalmente, incomunicable en palabras (la visión etérica lo permite pero no la Visión del Corazón). La Visión del Corazón se une a lo que es llamado, en diversas tradiciones, la Cámara íntima del Corazón (la más próxima del Centro) y que es, de hecho, la asociación de dos puntos precisos de la conciencia, transfigurados y resueltos, que son el chakra del Corazón y lo que es nombrado el timo, o que ustedes llaman el Punto ER del pecho (9no. Cuerpo) (ndr. Ver los esquemas más abajo). Es el lugar donde se irradia lo que ustedes Son, y es el lugar donde es percibido lo que ustedes Son, en la Infinita Presencia, y que es, de algún modo, el Último límite, el Último Pasaje de lo efímero a la Eternidad.
Ver con el Corazón, da a ver la Eternidad, da a ver, como lo he dicho, más allá de toda apariencia y de toda forma, como de todo color. Y ver así, tranquiliza, los llena de Paz, de gratitud, de bienestar. Es el momento donde puede revelarse (y se revela, además, cada vez más) la Infinita Presencia que confina, por la acción misma de la Transparencia que se establece, a no resistir más, no oponerse más, no ver otra cosa más que lo que sub-tiende los Mundos, las manifestaciones. Es comprender, por fin, realmente, y vivir, realmente, la Unidad, donde el otro no les aparece más como algo exterior a ustedes, sino más bien, presente, realmente, en ustedes. Tomando una frase que amo mucho (pronunciada, en Occidente y en Oriente, por el CRISTO), esta frase que es simplemente “volverse como un niño para renacer”, pero también decir que “lo esencial es invisible a los ojos” y no será nunca accesible a los sentidos, ni incluso a una conciencia que ustedes nombrarían ampliada. Ver con el Corazón, es hacer cesar todo sentido, es aceptar desaparecer a toda ilusión, desaparecer a todo efímero, para guardar solo algo mucho más vasto, mucho más viviente y, sobre todo, no dependiente de ningún sentido y de ningún filtro. Ver con el Corazón, es ver la evidencia, es ver la Unidad, realmente, vivirla, por la Transparencia de su carne.
Ver con el Corazón, es ver que nada de lo que es exterior puede existir si ustedes no lo han imaginado, recreado o proyectado. Ver con el Corazón participa a la Liberación y a la Libertad, porque en ese Ver-ahí, justamente, no hay discriminación, no hay separación, no hay proyección de la conciencia, ni recepción de otra conciencia. Ver con el Corazón, es ir a lo más cercano de este indecible, es sentir la Puerta Estrecha que se entreabre. Es también poner fin, definitivamente, al hecho de ser subyugado por la Atracción y por la Visión, porque sabemos todos que, sobre este Mundo, la belleza del Sol, la belleza de los árboles, la belleza de un Hermano o de una Hermana, está relevada por los sentidos, por el conjunto de los sentidos. A la Visión del Corazón no le importan estos sentidos. Ella va más allá incluso del sentimiento de ver las cosas relevadas a su Unidad. Ver con el Corazón, es, realmente, el momento donde no ustedes no existen más, donde desaparecen, totalmente, donde no tienen más el sentido de ser cualquier persona (ni ustedes, ni el que es visto) sino son, indiscutiblemente, a la vez los dos, sin ser uno de los dos o la suma de los dos.
Es sentir ese temblor y ese Fuego en el pecho, y es desaparecer, a sí mismo, en esta Visión del Corazón. Es el momento donde no hay más necesidad de representación. Es el momento donde no hay más necesidad de alimentarse por los sentidos sino, más bien, de alimentarse de esta Infinita Presencia que es, les recuerdo, un momento de gran Alegría y fluidez, incluso si eso no es todavía el Absoluto, incluso si (como se lo han bien abordado muchos Ancianos) eso es inaccesible a los sentidos, inaccesible a la percepción. Es justamente el cese de todo eso que permite ver claro con el Corazón. Ustedes no ignoran que aquellos de nuestros Hermanos y Hermanas que no tienen la vista (sea durante su nacimiento o más tarde, cualquiera sea la causa) desarrollan, muy fácilmente, otros sentidos, que pueden paliar la insuficiencia de este sentido. Bueno, la Visión del Corazón, es la desaparición de todos los sentidos. Y lo que viene a paliar este cese de todos los sentidos, es, justamente, lo que los acerca, lo más, del corazón del Corazón, o del centro del Centro, o, si ustedes prefieren, que los hace atravesar esta Puerta Estrecha.
Ver con el Corazón, no es comparable con toda otra visión. Porque esta Visión es una Visión de lo Íntimo, dándoles a ver, de algún modo, no solamente los hilos que animan las conciencias y las circunstancias, es ver, no más solamente, la mano que anima los hilos, sino es ver a través de todo eso. Es una impresión, y no solamente un sentido: una impresión que no deja lugar a ninguna duda, que no deja lugar a ninguna interrogación, a ninguna interpretación. Y, así, la Visión del Corazón les hace ver la Verdad. Y eso no puede aparecer mientras los sentidos están en acción. Ustedes conocen, desde luego, todo eso, a través de lo que nombran “la meditación”. El fin de la experiencia de los sentidos, cualesquiera sean, no los priva de lo que sea, muy por el contrario. Y saben, para los que de entre ustedes que lo viven, que son los momentos donde desaparecen el conjunto de percepciones ligadas a los sentidos, ligadas a la conciencia, ligadas a la Vibración misma (donde ella esté), que realizan este acercamiento (si puedo decirlo de esta manera) del Absoluto. La gran problemática de la conciencia es que ella es dependiente, justamente, de las percepciones. Esta percepción solo puede existir si lo que es mirado es concebido como exterior, y pues, distinto. Mientras que la Visión del Corazón se establece desde que no hay más, justamente, distinción, división o separación, en sí como al exterior de sí.
Ver con el Corazón, pueden, también, representarlo (o imaginarlo) como un conocimiento que yo nombraría directo, es decir que no está bosquejado (por las ideas, por los pensamientos) pero que se instala por sí mismo (no prestándose de ninguna manera ni a confusión, ni a discusión, ni a posibilidad de error). Ver con el Corazón, es aceptar no ver más, no sentir más, no experimentar más, no tener más el sentido, incluso, de una existencia, en un cuerpo, en una forma, o en lo que sea. Si ustedes llegan a aproximarse, yo diría, de la periferia de este corazón del Corazón, entonces, desaparecen, realmente. Lo que desaparece es todo: la totalidad de lo que es efímero, ligado a los sentidos, ligado, tanto al ruido que pasa, como a una visión que pasa, o a no importa cuál otro sentido.
Y es en este estado, en esta neutralidad, que son reabsorbidos en lo que puede llamarse, indiferentemente: el Gran Espíritu Original, el Absoluto, la a-conciencia donde todo viene o donde todo vuelve (porque nunca ha partido). Lo que se desplaza, en cierta manera, es el tiempo, no son ustedes. Pero sobre este mundo, todos estamos habituados al tiempo, que eso sea la salida del sol y la puesta del sol, como el hecho de tener el estómago vacío, o incluso, la falta de sueño. El tiempo viene a recordarles (la exigencia, incluso, de este tiempo, con respecto a los ciclos, a las costumbres) a las percepciones mismas. Percepciones que los encierran en una lógica, y a las cuales ustedes no pueden sustraerse, mientras miran eso. La Visión del Corazón les da a ver lo que es invisible, para los ojos como para el Éter. La Visión del Corazón hace desaparecer el conjunto de los sentidos, el conjunto de las percepciones, y los establece en esta Transparencia, donde nada más, en ustedes, puede parar lo que sea, ni incluso definir lo que sea. Y sin embargo (a pesar de esta ausencia de definición), en esta Visión del Corazón, todo está perfectamente en su lugar, todo está perfectamente localizado. Pero, para eso, tienen que salir, ustedes, de vuestro lugar y de vuestra localización. Eso solo puede realizarse en este estado que precede el fin de todo estado.
Ver con el Corazón los acerca de la Paz Suprema, por momentos de gran Paz pero también, de oscilaciones o de movimientos, que pueden, a veces, desestabilizar (es decir el momento donde salen de esta gran Paz, para encontrarse en los límites habituales de los sentidos y de la percepción de vuestra vida). Ver con el Corazón, es no vivir más su vida, ni incluso estar en vida sino, más bien, ser la Vida, en su globalidad, no limitada por una Dimensión, no limitada por una forma o por cualquier conciencia.
Ver con el Corazón, es dejarse atravesar, dejarse impregnar, no más con un órgano sensorial, no más, incluso, con un chakra (que respondería por sí o por no, a vuestras preguntas) sino es una evidencia, porque no hay más preguntas: ustedes no tienen nada más que pedir y, sin embargo, lo que es esencial les es conocido y reconocido: lo que da esta Paz, a ninguna otra parecida. Los sentidos, cualesquiera sean, son fuente de vitalidad, son fuente de comprensión de la vida, sobre este mundo, pero no La Vida, con una gran L y una gran V.
Ver con el Corazón, es aceptar ser Transparente con el fin de no interferir más, por sí mismo, con lo que es visto, con el Corazón, al Interior de sí. Ver en sí, es no depender más de los sentidos, es no depender más de algún filtro. Ustedes saben que el ojo humano no ve lo que ve el ojo de la mosca, o el ojo de un caballo, porque cada ojo está adaptado a cada configuración, a cada expresión de la conciencia. El ojo no les dirá nunca la Verdad. Dirá solo la verdad de lo que le concierne. Es lo mismo para la clarividencia. La expresión de la Visión del Corazón podría ser llamada: conocimiento directo. No es, desde luego, simplemente, una intuición, ni incluso una percepción extra-sensorial, sino es una impresión y una impregnación que supera ampliamente el marco de los sentidos o el marco de funcionamiento de la conciencia misma. Es en ese sentido que acoger, en sí, la Luz y la Verdad (que ustedes la nombren Gran Espíritu o CRISTO, no cambia nada), permite iluminar. Pero esta iluminación no es suficiente. Esta iluminación va a conducirlos a la Transparencia que es la mejor manera de dejar pasar la Luz, sin interrumpirla, sin desviarla, sin modificarla. Es ahí que se produce la Visión del Corazón. La que no juzga nada de lo que es visto en sí. La que no condena nada, ni alaba nada. Es pues una visión neutra porque no implica ninguna acción, ninguna reacción, de la persona misma.
Ver con el Corazón los acerca del centro del Centro, de la Transparencia, de la Humildad, de la Infancia, y los pone en lo que yo nombraría: el estado de meditación perfecta. Es el momento donde, como lo ha expresado, dos veces, mi Hermana NIEVE (ndr: intervenciones de NIEVE del 1ero y del 17 noviembre 2012), donde ustedes sienten la acción de los Elementos. Diferencian, en primer lugar, los Elementos, por su tenor y sus propias percepciones: el Fuego no es el Aire. El Agua, no es el Aire, tampoco. Y ustedes saben que en un momento dado, esos Elementos se conjugan, se casan entre ellos, y permiten activar, totalmente, las estructuras. Estas estructuras han sido definidas como el Quinto Elemento, o Éter, o el ER de la cabeza, como ER del pecho. Y, es precisamente en ese nivel que se vive la Fusión de los Elementos. Y esta Fusión de los Elementos crea la Transparencia. Es decir, cuando un Elemento no está más aislado, sino entra en resonancia (en ustedes, como en todas partes, con los otros), se crea la Realidad del Éter de Fuego. Este Éter de Fuego (que es el punto ER) les da a ver lo que está más allá de la visión, les da a ver: el Corazón. Y, en el Corazón (y no es una metáfora): Todo está ahí. Nada más puede existir en otro lugar que en el Corazón. Y este Corazón, está en vuestro pecho, que eso sea su contrapartida física, como su parte más elevada, en Vibración, como lo que está más allá, incluso, de toda Vibración. Oscilar alrededor de este Centro, es lo que los acerca (incluso si la amplitud del movimiento les parece muy importante) del corazón del Corazón, y pues, de la Visión del Corazón. La Fusión de los Elementos que se realiza sobre la Tierra, el Despertar de la Tierra, el tam-tam de la Tierra y del Cielo, el tam-tam del Espíritu, en ustedes (a nivel del Aire, y pues, de la Cuerda Celeste que ustedes nombran: el Canal Marial), todo eso participa de la misma dinámica, apuntando simplemente a hacerlos desaparecer, a volverlos Transparentes. Es en esta Transparencia que se despliega, al corazón del Corazón, la totalidad de lo que vuestros sentidos pueden darles a ver, a creer, a sentir.
Ver con el Corazón, es pues el momento donde ustedes aceptan, realmente, no ver más, ni vuestra vida, ni la vida de otro: no hay más que Luz. Y sin embargo, en esta Luz, hay este conocimiento directo, que no es una intuición, que es mucho más que eso. Porque la intuición puede estar sometida a interpretación, y a juicio, a coloración personal. Mientras que la Visión del Corazón les da acceso a la Transparencia de todo lo que era opaco antes, pero no como algo que sería exterior sino que se desarrolla, en totalidad, en ustedes. El Elemento Aire está, desde luego, omnipresente, en ese nivel. Es en este sentido, también, que el Arcángel URIEL, interviene, ahora, después de METATRON, después de la apertura de la Puerta Posterior, (lo que ustedes nombran KI-RIS-TI, ahí donde están las Alas etéricas), dándoles a vivir esta Transparencia, este Abandono del Sí, y esta Libertad y esta Madurez.
Acechen bien los momentos donde, en ustedes, desaparecen las percepciones de los sentidos, como las percepciones Vibratorias, que pueden traducirse por un sentimiento de desestabilización. Porque, en seguida, desde luego, van a decirse: “¿qué he hecho para hacer bajar mi Vibración?”. Cuál es la circunstancia que permite lo que ustedes toman, en un primer tiempo, por un descenso de la conciencia, que solo es, de hecho, su desaparición, pura y simple. Los invito, no a ejercer una vigilancia de cada instante, sino a recordarse que en los momentos donde les parece oscilar, en los que les parece ver desaparecer una percepción Vibral, en ese momento, recuerden que nunca han estado tan cerca de la Visión del Corazón, y pues del centro del Centro. Solo hay que, (de manera figurada) hacer un pequeño paso de más, para encontrar la Inmovilidad y la Transparencia Total. Acepten confiarse al Gran Espíritu, y el Gran Espíritu les hará ver (más allá de los límites de toda visión), en la Visión del Corazón, por la impresión y la impregnación, todo el Universo, todos los Mundos, todas las conciencias. En ese momento, sabrán verdaderamente (porque lo vivirán, verdaderamente) lo que es la Libertad. Ella está ahí, y no está en ningún otro lugar.
En el corazón del Corazón, hay la Paz, hay la Tranquilidad, hay la desaparición de todo lo que es resistencia, de toda persona: es la Última Presencia, la que puede parecerles desembocar sobre una ausencia, pero que no es ni una ausencia, ni una presencia, es la única Verdad. Las circunstancias de este mundo, en la hora actual, donde soplan el Gran Espíritu y los Elementos, es un período capital para hacer el último paso. Porque ahí se encuentra, yo diría, la verdadera metamorfosis. Desde luego, lo que yo digo, más allá de mis palabras, es sobre todo tentar de impregnarlos (más allá incluso de las definiciones de mis palabras) de lo que puede ser, si ustedes no lo viven, la Última Presencia, Puerta particular hacia el Absoluto. Y, como les han dicho muchos de los Ancianos, muchas de las Estrellas: el Absoluto está ya ahí. Son ustedes, simplemente, que han sido alejados de él. Cualesquiera sean las razones, no tienen importancia. Porque hoy, esas razones no se tienen más, porque el Gran Espíritu ya ha golpeado a vuestra puerta, detrás de la espalda, en la cima de la cabeza, sobre las Puertas del pecho, y, ahora, al corazón del Corazón. No hay nada más que hacer que abrir. Y esta apertura, no hay mejor palabra que Transparencia: no detener nada, no retener, simplemente, dejarse atravesar. Dejarse atravesar, es vivir la no-separación, es vivir la Fusión con el Gran Espíritu, es descubrir el sentido de “Ser Amor”, más allá de toda consideración humana, e incluso, fraternal. Es descubrir, a la vez, lo que es, al mismo tiempo, la esencia y la sustancia misma de la Vida.
Ver con el Corazón, es Ser Libre de todos los condicionamientos, de todas las opacidades, y también, de todos los sufrimientos y de todas las memorias que han podido existir, en este mundo. Es participar, plenamente, a la Vida, y no, solamente a su vida.
He aquí pues algunas palabras que he podido encontrar, que pueden activar, en ustedes, la superación de lo que puede ser visto, habitualmente, y percibido, habitualmente. Yo no puedo más que desearles la más perfecta de las Transparencias, ahí donde está el corazón del Corazón y la Visión del Corazón. Esta radiación, del Ser y del no-Ser, es natural. No tiene necesidad de ustedes para Ser, justamente. Si llegan a comprender la esencia de mis palabras y van, además, detrás de esas palabras, entonces lo que tenía para decirles ha tocado bien su blanco.
Entonces, Hermanas y Hermanos en humanidad, encarnados sobre la Tierra, yo los Amo. Pero, decirles esto, es también cantarlo a mí misma. Que todas las bendiciones del Gran Espíritu sean en ustedes, y los atraviesen. NO OJOS les dice: hasta una próxima ocasión. Hasta pronto.