No solo son parte
de nuestra familia o son esas personitas que nos acompañan, son la esencia de
la energía que tuvimos cuando los creamos, cuando hicimos esa relación sexual
entre el hombre y la mujer o la energía que se creó en el momento de obtener un
semen, o las condiciones del ovulo al momento de fecundarlo, o cuando se decidió
adoptarlo también es parte de la energía.
Ya que existen
varias formas de tener a un hijo, en el caso de concebirlos es importante la
energía con la que se trae el hijo al mundo es la frecuencia que uno le
comparte en el momento de su creación, no tan solo la genética, que es un
aspecto característico de cada individuo.
La energía que
impregnamos en el momento es la que le da cierta característica a cada uno de
los hijos que traemos a este mundo, observa un poco más la personalidad que va
desarrollando cada hijo con ese momento de concepción.
Es por ello de
suma importancia que cuando realmente desees un hijo lo traigas desde un
sentir, desear y en ese momento puedas pensar que será un ser maravilloso,
lleno de amor, triunfador y todas esas características que uno desea para un
hijo, porque traer un hijo en consciencia difiere mucho de aquellos hijos que
llegan por un acto sexual llamado amor, que en realidad es un deseo o una pasión
o acto involuntario de estar con alguien simplemente, que de amor no tiene esa
energía que es la que se tiene en el momento de tener consciencia. Eso no quiere decir que posteriormente no sea deseado, aquí se habla de la energía que imprimes al momento que lo deseas, la cual es muy importante por volverse parte de la concepción.
Por todo ello
cuando en los deseos de la pareja se brinda la realización de un deseo llamado
hijo, este podrá tener una frecuencia vibratoria más alta de amor que en esa
persona tendrá una característica especial de haber sido concebido desde la energía
del amor de traerlo a este mundo y que formara parte del círculo familiar.
Porque todo
aquello que se realiza desde una forma consciente trae aparejada una característica
de ser esperado por dos personas que en un acto verdaderamente de amor trajeron
un fruto desde ese deseo de materializar su amor y ese ser podrá nacer desde
otra perspectiva de vida.
Los hijos son
nuestras compañías y los que muchas veces traen diferentes lecciones a los
padres y en esta convivencia de padres e hijos es que los dos crecen si ambas
partes desean hacerlo. En donde el pegamento más fuerte entre las partes es el
amor y respeto que se puedan tener unos a otros, porque los lazos son creados
en circunstancias muy particulares para cada uno de los integrantes de la
familia, es por ello que el hablar, el escuchar,
la paciencia, los limites y sobre todo el amor son las sustancias inigualables para que las
relaciones con padres e hijos sean duraderas.
Es un lazo muy
fuerte cuando se ha podido establecer esa unión que aun a falta de unos y otros
permanece de forma indefinida por el resto de la vida de quien pudo apreciar,
sentir y ser un verdadero lazo de amor y confianza, ya que esta relación es tan
significativa que engrandece a cualquiera que la tenga desde una plataforma de
amor, cariño y respeto.