Nos embarcamos juntos a plantar la semilla de la energía
Crística en la Tierra
Ustedes desean intensamente el amor. Lo buscan en las
relaciones con los demás, y también a través de la conexión con lo divino. Pero
en verdad lo que están clamando yace dentro de ustedes; es su propia naturaleza
divina, la parte de ustedes que es una con la alegría y el amor incondicional.
Cuando experimentan esta parte vuestra, se siente como volver al hogar. Todo lo
demás en vuestras vidas se vuelve fácil, liviano y alegre. Son uno con ustedes
mismos y no necesitan nada fuera de ustedes para sentirse bien. Son una unidad
por sí mismos – y aun así se sienten conectados con todo lo demás de un modo
íntimo y profundo.
Relaciones Amorosas
Jeshua canalizado por Pamela Kribbe
Traducción del inglés por Sandra Gusella
Queridos amigos,
Soy Jeshua. Los saludo a todos con sinceridad. Estoy aquí
con mi corazón pleno. Quiero compartir con ustedes, porque ustedes son mis
hermanos y hermanas y siento una profunda afinidad con ustedes. No soy ni
superior ni más que ustedes, somos uno.
Nos embarcamos juntos a plantar la semilla de la energía
Crística en la Tierra, una semilla que con el tiempo lentamente crecería y
brotaría a una flor totalmente madura. En esta época en la Tierra culmina este
viaje. Es el momento en el cual muchas plántulas comienzan a desarrollar, y de
muchas maneras ustedes son las flores en ciernes. Juntos formamos una unidad,
un colectivo de almas quienes se dedican al nacimiento de una nueva conciencia.
Entonces no me vean más como a un maestro por encima de ustedes, sino como a un
amigo quien los sostiene de la mano y quiere compartir con ustedes su amor,
porque yo los amo profundamente.
Ustedes desean intensamente el amor. Lo buscan en las
relaciones con los demás, y también a través de la conexión con lo divino. Pero
en verdad lo que están clamando yace dentro de ustedes; es su propia naturaleza
divina, la parte de ustedes que es una con la alegría y el amor incondicional.
Cuando experimentan esta parte vuestra, se siente como volver al hogar. Todo lo
demás en vuestras vidas se vuelve fácil, liviano y alegre. Son uno con ustedes
mismos y no necesitan nada fuera de ustedes para sentirse bien. Son una unidad
por sí mismos – y aun así se sienten conectados con todo lo demás de un modo
íntimo y profundo.
Lo que es paradójico acerca de las relaciones es que
ustedes sólo pueden estar íntimamente conectados con otra persona si son
capaces de abrazar la unidad dentro de ustedes mismos. Si están listos para
aceptarse, con las cargas del pasado, con vuestros altibajos – entonces hay
espacio para otra persona con su individualidad única. Entonces ya no están
usando a la otra persona para volver al Hogar. En cambio, comparten el Hogar
que llevan dentro de su corazón con la otra persona. Esta clase de relación
pasa a ser una celebración conjunta, un compartir, y es una relación sanadora,
ya sea con una pareja, con un amigo, o un hijo; no hay ninguna diferencia
esencial. Sin embargo, las relaciones de amor – relaciones de pareja – son las
relaciones que más piden de ustedes. Los tocan profundamente y agitan profundas
emociones, porque ellas parecen sostener la promesa de volver al Hogar como
ninguna otra relación lo hace.
Antes de hablar acerca de las relaciones amorosas, quisiera
recordarles que el Hogar que ustedes añoran, esa unidad original de la cual
ustedes nacieron como un alma, no está lejos. Pueden decir que en el reino del
tiempo fue hace muchísimo tiempo que iniciaron su partida, simbólicamente
hablando, del Paraíso. Cuando ustedes tomaron su propio camino como un “alma en
un cuerpo” y eligieron una cierta forma en la cual manifestarse y someterse a
experiencias y visitar diferentes lugares en el universo.
Cuando nacieron como un alma individual y emprendieron
vuestro viaje, ustedes renunciaron a esa unidad primordial, la cual pueden
imaginar como un cálido manto de luz y amor que era tan familiar para ustedes.
Una unidad donde siempre sentían la presencia segura de un Padre-Madre-Dios, y
entonces nunca tenían miedo de estar solos o de ser rechazados. Estos conceptos
“negativos” ni siquiera estaban en vuestra comprensión, y sin embargo un poder
arquetípico estaba trabajando en Dios quien les dio a luz desde el útero de
esta unidad Padre-Madre-Dios.
¿Cuál fue el propósito de ese nacimiento? ¡El que todos
pudieran llegar a ser dioses independientes! El que ustedes mismos pudieran
convertirse en el punto de partida de una fuente Padre-Madre-Dios de calidez y
amor desde la cual una infinidad de seres fuesen creados y emergiesen. Pero la
despedida en el comienzo llegó a ustedes como una conmoción. Se dieron cuenta
de que con esta separación de la unidad venía el conocimiento de que para
verdaderamente experimentar el proceso de evolución, no podían saber nada de
antemano. Comprendieron que sólo podían separase de la unidad primordial
siguiendo únicamente su propio camino como un alma individual, quien por
primera vez se familiariza con el miedo, la desolación y la oscuridad de no
saber y no comprender.
Ustedes aún acarrean esa experiencia original de desolación
y soledad, la cual puede surgir muy fuertemente en la arena de las relaciones
amorosas. Pero antes de abordar esas relaciones, quiero recordarles que tienen
la posibilidad de experimentar esa conexión primordial en todo momento. Cuando
se duermen sin sueños, ustedes dejan vuestro cuerpo y se conectan con la fuente
más profunda de la cual vienen, con Dios, si quieren llamarlo así, o con
vuestro núcleo más profundo: esa parte vuestra que nunca deja el Paraíso y aún
está ahí. Aunque lo dejaron hace billones de años, la unidad aún está dentro de
ustedes; es una parte inalienable de vuestra conciencia. Durante la noche, si
vuestra mente no está demasiado activa y se rinden al sueño y a los reinos no
físicos a los que entran, entonces, a medida que dejan vuestro cuerpo, asimilan
esa Fuente y de este modo se refrescan. También en vuestra vida diaria, pueden
establecer la conexión con esta realidad del espíritu divino, de la cual son
una parte íntima. Volviéndose muy serenos, pueden sentir esa presencia aquí y
ahora. Los invito a sentir cómo juntos, como uno, todos nosotros constituimos
una parte de ese rostro original de Dios.
Imaginen que en el medio de vuestro pecho, en vuestro
chacra del corazón, hay un cristal brillante, hermoso. Imagínenlo ahí y sientan
su poder: un cristal puro, claro en el cual todas las caras simultáneamente
reflejan vuestras numerosas experiencias. Este corazón de cristal también está
conectado con todo lo que los rodea. Los sentimientos que reciben de los demás
pueden ser reflejados por este cristal, y así al recibir sus estados de ánimos
y emociones a través del cristal, llegan a comprender a los demás. Desde este
corazón de cristal ustedes comprenden las experiencias de los demás: sus penas
y decepciones son claras para ustedes.
Este corazón de cristal está conectado a los corazones de
todos los seres vivos, porque todos somos uno. Y sin embargo ustedes también
pueden sentir que este corazón, que llevan en vuestro pecho, les pertenece: es
vuestro corazón del alma. Sientan cómo ambos aspectos van juntos. Están
conectados a nivel del corazón – un campo horizontal que los conecta con todo
lo que está vivo – de modo que no hay separación ya que todos somos uno. Sin
embargo ustedes también son “uno”, queriendo decir que ustedes son ustedes, y
nadie más es exactamente como ustedes. Son un ser individual y hay una línea
vertical que los conecta directamente con vuestra Fuente, con Dios. Están en
este cuerpo físico, el cual es el portador de vuestro corazón, vuestra propia
pieza de la conciencia de Dios.
Sientan la inmensidad de este cristal: la conciencia
infinita que les pertenece y aun así puede ir a donde quiera. No está atada a
este cuerpo, aunque ahora está en este cuerpo, temporalmente, pero es una energía
tan vasta que finalmente no está atada a ninguna forma. Ustedes son esta
conciencia; han traído una pieza de la fábrica divina del Padre-Madre-Dios con
ustedes aquí a la Tierra. Están enteros y completos dentro de ustedes mismos, y
son los guardianes de este corazón de cristal. Recuerden esto, mientras ahora
examinamos el tema de las relaciones amorosas.
Cuando ustedes se enamoran de otra persona, a menudo se
vive una experiencia intensa de encanto al comienzo de la relación. Parece como
si algo se abriera dentro de ustedes, algo que estuvo mucho tiempo escondido y
que sólo puede ser descubierto por la mirada de ese otro. Las demás personas no
parecen ver ese “algo” dentro de ustedes, pero vuestro ser amado despierta la
belleza desnuda de quienes son. Regresa vuestra pasión y entusiasmo por la
vida, se sienten vistos y amados, y van a experimentar vuestra propia
profundidad – vuestra maravilla. Eso es lo que ustedes experimentan en la
infatuación. Y aunque parece tener que ver con el otro, en realidad tiene que
ver con ustedes, con lo que el otro evoca dentro de ustedes, lo cual es
delicioso, ¡un milagro! Sólo entonces parecen estar despiertos y sentir cuánto
tienen para dar y cuánto pueden ser amados.
En ese momento, las personas usualmente se intoxican con la
admiración y la maravilla de esta infatuación que experimentan, y se atan
ciegamente a la persona que despertó este sentimiento dentro de ellos. Ella o
él tiene la “varita mágica” en sus manos, y lo que al comienzo llevó a una
revelación, y a un sentimiento amoroso hacia ustedes mismos tanto como hacia el
otro, gradualmente lleva a perderse de uno mismo, ya que se vuelven totalmente
enfocados en el otro.
Entonces comienza una batalla con el otro. Ustedes querrán
poseer la parte de ellos que los hace sentir tan bien. Y el otro a manudo hace
lo mismo con ustedes, y ambos se van confundiendo inmensamente por esta lucha
de tirar de la cuerda. De esta manera, lo más elevado que pueden darse uno al
otro finalmente saca lo más bajo, a saber, los celos, la dependencia y las
luchas de poder. Ésta es una caída extremadamente dolorosa que casi todos han
experimentado en su vida.
¿Cómo sucede esta caída? Hay dos partes dentro de ustedes.
En ese corazón de cristal que describí, hay un amor en ustedes que puede ver al
otro exactamente como él o ella es, y que puede experimentar la belleza que hay
ahí. Desde este espacio en vuestro corazón, pueden entrar a una conexión
constante y equilibrada uno con otro, en la cual ustedes reconocen lo divino en
cada uno y en la cual además no pierden de vista lo humano en cada uno. Ustedes
le permiten al otro su dolor, su desconfianza, sus decepciones y su
resistencia.
Pero en vuestro vientre hay otra energía en juego, algo que
puede ser muy fuerte, una fuerza destructiva en la infatuación. Yo llamo a esta
energía el niño interior abandonado, quien lleva dentro un dolor muy fuerte y
profundo que va hacia atrás a ese dolor original del nacimiento cósmico de
dejar la unidad Padre-Madre-Dios. Este niño también despierta cuando ustedes se
enamoran, y este niño tiene muchas emociones que pueden oscurecer vuestro
corazón. Estas emociones pueden envolver al corazón de cristal y nublar el
hecho de que ustedes son la fuente de la delicia y dicha que experimentaron en
las etapas iniciales del amor romántico. Esos sentimientos tenían que ver con
ustedes y el espacio que ustedes se dieron a sí mismos, lo cual se hizo posible
por el otro, pero aun así tiene que ver con ustedes.
Sin embargo, el niño en ustedes, quien está dolido y clamando
por la atención, el amor, y el reconocimiento que ha perdido hace tanto tiempo,
puede estar tentado a tomar del cuello a su pareja; quiere agarrarse a toda
costa para obtener por sí mismo lo que le falta. De este modo, el niño y el
corazón de cristal pueden terminar en dos lados opuestos. Lo que al principio
parecía ser muy hermoso, se vuelve una relación destructiva donde van a pelear
uno con otro y a entrar en una lucha que nadie quiere, pero que de todos modos
sucede.
En el momento en que la magia amenaza con desaparecer,
ustedes pueden llegar a desesperarse. A toda costa quieren aferrarse a su
pareja, porque alguna vez sintieron una sensación de amor absoluto con esa
persona. Van a pelear para agarrarse de ellos, y vuestros viejos dolores,
vuestras emociones de ira, de miedo al abandono, incluso odio, pueden entrar en
jugo. Incluso entonces es muy difícil soltar a la otra persona, porque serán
movidos por un recuerdo de cuán bueno fue cuando todo estaba en armonía.
En esta etapa es muy importante que sepan cuándo soltar. En
el momento en que sienten que vuestra relación entra en una espiral
descendente, y que van a acusarse y a culparse uno al otro, es momento de dar
un paso atrás. Pueden hacerse tanto daño uno al otro, precisamente porque se
han tocado uno al otro tan profundamente, y ese dolor es difícil de curar.
Entonces atrévanse a dar un paso atrás cuando sientan que
están fuera de control, que están siendo arrastrados por emociones que les
impiden acercarse a vuestra pareja con un corazón abierto. Pueden sentir un
profundo miedo a ser abandonados, o justo lo opuesto: un miedo a conectarse tan
profundamente con alguien que se pierden en eso. Puede haber otras emociones
tales como la ira o los celos, pero lo que es importante es que se den cuenta
de cómo las emociones más intensas tienen que ver más con ustedes que con la
relación. La relación dispara las emociones, pero ellas mismas derivan de
causas más profundas.
Lo que importa ahora es que ustedes se vuelquen hacia el
niño interior herido y abandonado, quien es la causa real de su desequilibrio
emocional. Hacer esto no es responsabilidad de vuestra pareja. Y ustedes
tampoco son responsables del niño interior de vuestra pareja. Hacer a alguien
más responsable de su dolor y esperar que ellos lo sanen lleva a una enorme
confusión en las relaciones.
Entonces, ¿cómo pueden ver cuando la relación, la cual
inicialmente fue una unión amorosa, está yendo mal y se está volviendo
desequilibrada? En realidad, hay signos claros, y una de las formas de descubrirlo
es hacer un ejercicio simbólico con su niño interior.
Imaginen que en este momento están parados frente a vuestra
pareja. O tomen a alguien que sea muy importante para ustedes, si actualmente
no tienen pareja, y permitan que su niño interior se pare a vuestra izquierda.
Simplemente imagínense como un niño en algún lugar a la edad de diez años, y
quédense con ese niño a vuestra izquierda opuesto a vuestra pareja. Ahora vean
cómo responde el niño a vuestro ser querido. Observen la primer reacción de ese
niño. Pregúntenle al niño: “¿Qué te atrajo a él o a ella? ¿Qué encuentras tan
irresistible? ¿Qué fue lo que tocó tu corazón, qué te fascinó? Y luego
pregunten: “¿Cómo te sientes ahora?”.
¿Le sucedió algo a esa cualidad original? ¿Aún puede el
niño sentir ese amor? En una relación sanadora, esa cualidad única aún está muy
presente. Aún los alimenta, aún los abriga, mientras que al mismo tiempo
vuestra pareja ha adquirido una forma más humana, con sus propios problemas y
altibajos. Sin embargo, algo de esa magia original aún está ahí, y debido a esa
magia, los problemas pueden ser superados. Si ustedes notan que la magia está
ausente, si vuestro niño interior en realidad no se siente amado o se siente
tratado injustamente, entonces está pasando algo que necesita vuestra atención.
Tómense el tiempo para descubrir esto con vuestro niño interior.
Para aclarar la situación, suelten la imagen del niño
interior y ahora imaginen que están en frente de la pareja que han elegido y
miren cómo la energía de dar y recibir fluye entre ustedes. Primero, vean qué
es lo que le dan al otro y siéntanlo, y no tiene que ser expresado en palabras,
mientras lo sienten. Observen lo que fluye hacia ustedes desde el otro, y
sientan cómo se sienten en este momento. ¿Se sienten más energizados debido a
este dar, o se sienten vacíos y exhaustos? ¿Es inspirador dar, o ustedes se
quedan agotados al hacerlo? Sosténganse en ese primer sentimiento.
Luego de observar lo que ustedes le dan al otro, observen
la interacción inversa. ¿Qué es lo que reciben del otro? Tan sólo confíen en
vuestro primer sentimiento a medida que viene a ustedes. ¿Se siente bien lo que
reciben? ¿Hace que vuestro corazón se abra más? ¿Se sienten más felices con
ustedes mismos como resultado de lo que reciben? La esencia de una relación
sanadora es que el otro les da algo que crea alegría en vuestro corazón.
Finalmente, hay otro signo de una relación destructiva.
Desde vuestro plexo solar – un lugar cerca de vuestro estómago – sientan una
“cuerda” de energía que los conecta con el otro. Si son sensibles, tal vez
puedan experimentar esa cuerda. Lo que están buscando es el sentimiento de que
ustedes necesitan poseer al otro; que cunda el pánico ante la idea de que el
otro no esté más aquí; que algo tira de la cuerda. Si ustedes sienten eso,
entonces eso es esencialmente una cuerda energética umbilical que los conecta
con el otro, y que les da el sentimiento de: “yo lo necesito, no puedo hacerlo
sin él o ella”. Ese sentimiento de pánico les muestra que no operan de forma
independiente, o al menos piensan que no son capaces de hacerlo sin el otro, y
tal dependencia puede conducir a una relación destructiva.
En una relación sanadora, es natural extrañarse mutuamente
si de un modo u otro fuesen separados. Es natural disfrutar y por lo tanto
añorar la compañía del otro. Ustedes pueden querer al otro, pero no necesitan
al otro. Pero en una relación destructiva, hay en juego algo maligno. Hay un
sentimiento de que ustedes no pueden hacerlo o estar sin el otro, que son
dependientes del otro para vuestro bienestar – ¡tal vez para vuestra propia
vida! – y esto sustancialmente los debilita. Hay un profundo miedo de posible
rechazo por parte del otro, y eso los hace sentir pequeños y constreñidos, y
toda la relación ya no tiene ese espacio alegre y esa libertad que tenía al
principio.
Traten de sentir estas cosas por ustedes mismos,
calmadamente, a vuestro propio modo. Y no tengan miedo de hacer espacio en la
relación para permitirse sentir esta clase de cosas. Porque una vez que se
hallan en una espiral negativa en una relación, a menudo es necesario que las
personas se distancien una de otra, físicamente y emocionalmente, para darse
cuenta dónde está parado cada uno. En ese momento no suele ser útil tratar de
hablar las cosas. Es necesario que vuestros campos energéticos primero se
liberen uno de otro para ganar el espacio suficiente que les permita volver al
centro de vuestro corazón de cristal. Desciendan con vuestra consciencia dentro
de ese hermoso cristal claro que es vuestra esencia. No dependan de otros para
experimentarlo en ustedes; está ahí para ustedes – siempre. Es el susurro de
Dios que pueden oír en el silencio.
Sientan entonces cómo, desde el cristal, irradian rayos de
luz hacia el niño en ustedes que aún sufre dolor y quien aún está buscando
fuera de sí mismo la aceptación, el amor y la seguridad. Dejen que vuestros
rayos de luz caigan sobre el niño, y literalmente pueden ver que la luz del
cristal parece anclarse al fluir más y más profundo hacia abajo hacia vuestro
vientre y todo el camino hacia abajo a través de vuestras piernas hacia la
Tierra.
Ésta es vuestra luz, ¡vuestra Luz del Alma única! Están
aquí para experimentar esta luz en un cuerpo en la Tierra. Vuestra luz
particular es única, es vuestra Luz de Ángel, y si permanecen conectados a
ella, entonces atraen relaciones amorosas a vuestra vida. No tienen “necesidad”
de otro. Y además tampoco tienen necesidad de hacer del otro algo “perfecto”:
alguien quien finalmente los ve a ustedes en la perspectiva de vuestro deseo, y
quien incondicionalmente los comprende y los abraza del modo que ustedes
quieren que lo haga.
El amor y la aceptación incondicional van a ser encontrados
sólo en vuestro propio corazón – por y para ustedes mismos. No carguen a otro
con ese deber. Ese amor incondicional es algo entre ustedes y vuestro Ser. Esto
sólo pueden dárselo a ustedes mismos, y cuando lo hacen, se volverán una fuente
de amor para los demás, porque entonces ustedes se habrán vuelto completamente
honestos y verdaderos con ustedes mismos. Se aman a sí mismos, incluyendo la
parte oscura: ese niño en ustedes quien a veces lucha y está atormentado.
Cuando ustedes se aman a ustedes mismos, les resulta más
fácil ver a la otra persona bajo una perspectiva real. Ya no tienen que tomarse
tan personalmente las cosas ofensivas o hirientes que a veces él o ella dice o
hace. Sus acciones o reacciones les pertenecen a ellos, y se vuelve más fácil
no responder tan emocionalmente a eso. La otra persona ya no es responsable de
la salvación de vuestra alma – ustedes lo son. Ustedes son los maestros de
vuestro mundo, de vuestra realidad.
Todos ustedes están en este camino de autorrealización, y
ya están tocando a otras personas con vuestro corazón de cristal: les están
dando chispas de amor y de esperanza. Les agradezco por venir a la Tierra en
esta época, en este período de cambio y de transición. Estoy con ustedes y me
preocupo por ustedes profundamente. Son mis hermanos y hermanas, y los amo.
© Pamela Kribbe
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