Así
como siembras la tierra para cosechar lo deseado, del mismo modo siembra en tu
mente aquello que deseas cosechar, por medio de tu amor e imaginación, y como
toda semilla necesita ser regada. La de la tierra le vertiras agua y a la del
pensamiento, unos minutos de tu atención y sensación de realidad. Cada una
deberá ser regada a su debido tiempo, la de la imaginación deberá ser a diario,
sin que la mente interfiera, sólo así dará sus frutos.